Siempre supe que quería ser arquitecta. Recuerdo que desde pequeña observaba las obras en construcción y en mis juegos creaba casitas e imaginaba dentro de ellas personas felices  con lo que yo había creado para su bienestar.

Al pasar los años, la sociedad se presentaba hostil ante mis sueños, pero la adversidad nunca me venció. Siempre luché sorteando los obstáculos que la vida me puso por delante.

Me gradué como Arquitecta en Argentina, trabajando y estudiando al mismo tiempo y así adquirí mucha experiencia.

Cuando ya parecía que había vencido todas las dificultades,  la insostenibilidad de la economía argentina se tradujo en un inminente cambio de entorno. Así, con la pena y la esperanza comencé mi nueva oportunidad de vida y trabajo en España. Sin embargo, una nueva dificultad se abría ante mí: homologar el título de arquitecta. Te puedo asegurar que no es nada fácil. Tuve que utilizar todo mi ingenio y preparación. Por suerte, en el camino, me crucé con personas importantes que me acercaron a los conocimientos correctos para llegar a mi meta. Siempre he creído firmemente en el valor de cuidar de las personas. Esta vez, fueron ellas las que cuidaron de mí. En definitiva, gracias a todo esto logré ser arquitecta por segunda vez,… ¡Y la última por libre!

Ahora las cosas me van muy bien. Ya soy arquitecta colegiada, ¡Un sueño cumplido!